Pequeños cuentos de gran maestro (fragmento), de Jaroslav Hasek












Los golpes de vergajo no se deben frotar, sino que hay que poner sobre ellos compresas de agua fría. Por lo que respecta a las descalabraduras, éstas se remiendan en cualquier clínica quirúrgica, porque es sabido que con la proliferación de los partidos políticos se desarrolló también la traumatología. Cuando a usted, como orador, le escupa alguien en los ojos, no se limpie el gargajo con la manga ni con el pañuelo, pues ello podría acarrearle una conjuntivitis. Lo que más ayuda en esos casos es agua tibia. Si un adversario político le saca a usted un diente, no se desespere. Los rivales políticos le sacaron a Santa Catalina todos los dientes y ella se convirtió en santa. Sin embargo, en vista de que actualmente la iglesia no se interesa por mártires de su calibre, no le quedará otro remedio que ir a consultar a un sacamuelas para que en el hueco le coloque otro diente postizo. Si su auditorio en el transcurso de un mitin popular le arrancara una oreja, recójala y no pretenda terminar su perorata, corra rápidamente a donde esté el médico más cercano para que se la suture. Y cuando le arranquen la cabeza, déjela tranquilamente donde caiga, porque para la política de todos modos no la va a necesitar.

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