Cómo comportarse en el tranvía, de Joaquim Maria Machado de Assis


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Se me ocurrió inventar algunas reglas para el uso de quienes frecuentan los bonds. El desarrollo que ha tenido entre nosotros este medio de locomoción esencialmente democrático exige que no sea dejado al puro capricho de los pasajeros. Lo que puedo ofrecer aquí son algunos extractos de mi trabajo: basta decir que está compuesto por nada menos que setenta artículos. Van apenas nueve.

Art. I - De los que tienen catarro

Los que tengan catarro pueden entrar en los bonds con la condición de no toser más de tres veces en el lapso de una hora, y en caso de estornudar, cuatro.
Cuando la tos sea repetitiva hasta el punto de no respetar el límite impuesto, los acatarrados tienen dos alternativas: o viajan de pie, que es un buen ejercicio, o se meten en la cama. También pueden ir a toser a donde se los lleve el diablo. 
Los acatarrados que estuvieren en los extremos de los asientos, deben estornudar para el lado de la calle, en vez de hacerlo en el interior del bond, salvo caso de apuesta, mandato religioso o masónico, vocación, etc., etc.

Art. II - De la posición de las piernas

Las piernas deben ir adaptadas de tal forma que no incomoden a los pasajeros del mismo asiento. No se prohiben formalmente las piernas abiertas, con la condición de pagar los otros sitios y cederlos  a niñas pobres o viudas desamparadas, mediante una pequeña gratificación. 

Art. III - De la lectura de periódicos

Cada vez que el pasajero abra la hoja que está leyendo, tendrá el cuidado de no rozar las aletas de la nariz de los vecinos, ni levantarles los sombreros. Tampoco es agradable apoyarlo en el pasajero de enfrente. 

Art. IV - De los cigarrillos

Está permitido el uso de los cigarrillos en dos circunstancias: la primera cuando no haya nadie en el bond, y la segunda al bajarse. 

Art. V - De los que todo lo echan a perder

Toda persona que sienta necesidad de contar sus asuntos íntimos, sin interés para nadie, debe primero indagar sobre el pasajero escogido para tal confidencia si él es asaz cristiano y resignado. En caso de que lo sea, preguntarle si prefiere la narración o una descarga de puntapiés. Siendo probable que él prefiera las patadas, la persona debe inmediatamente propinárselas. En el caso, además extraordinario y casi absurdo, de que el pasajero prefiera la narración, el de la propuesta debe hacerlo minuciosamente, enfatizando en las circunstancias más triviales, impugnando los dichos, subrayando y señalando las cosas, de modo que el paciente jure a sus dioses no reincidir.

Art. VI - De los escupitajos

Se reserva el asiento de enfrente para la emisión de los escupitajos, salvo en las ocasiones en que lalluvia obligue a cambiar de posición el asiento. También se pueden emitir en la plataforma de atrás, yendo el pasajero al pie del conductor y de cara a la calle. 

Art. VII - De las conversaciones

Cuando dos personas, sentadas a distancia, quieran decir alguna cosa en voz alta, tendrán cuidado de no gastar más de quince o veinte palabras y, en todo caso, sin alusiones maliciosas, sobre todo si hubiera señoras. 

Art. VIII - De las personas con modorra

Las personas con modorra pueden participar de los bonds indirectamente: quedándose en la acera y viéndolos pasar de un lado a otro. Será mejor que vivan en la calle por donde pasan, porque entonces podrán verlos desde su propia ventana.

Art. IX -De los asientos para las señoras

Cuando alguna señora entre, el pasajero de enfrente deberá levantarse y cederle el asiento, no sólo porque es incómodo para él continuar sentado, apretando las piernas, sino también porque es un gran malcriado.

4 de julio de 1883

Traducción de Alfredo Coello

[Tomado de Crónicas escogidas, Sexto Piso, Madrid, 2008.]

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